Todo lo que entra desde afuera
es más olor
y se me pega en mi interior que es pozo ciego por abrir.
Y no hay manera, con mi alma asordinada
como una enorme corneta, tapiada por los mocos.
Y las flemas que se inflaman, y las flores que se queman
en esta enorme colmena de abejas
que fabrican más problemas
y la miel se hace diarrea y es un culo mi destino.
y por la boca solo espero una inmensa verborrea
evacuando el ser, verborrea vertiéndose...
Y cualquiera que pregunte
dónde vivo,
imaginen que Argentina sea el culo de la tierra
y que ese culo tenga un culo
y Buenos Aires sea una nalga
y la otra nalga, la hermana montevideana...
y el esfínter mismo de ese inmenso culo
reciba toda la mierda... ríos de mierda!
Empresas generosas cultivando miseria,
regando con gangrena y mis venas se envenenan.
Asesinos silenciosos diseñando el paisaje radiactivo, una mierda!
La ciudad de Avellaneda
todo el mundo la recuerda por su fuerte olor a mierda,
de ahí soy yo... otra mierda...
Ése soy yo,
esa es mi tierra.
No hay nada más antiecológico que un infeliz, que un infeliz.
Un infeliz, fabricante, traficante, portador, vendedor de toneladas de dolor.
Una verdadera usina,
una raquítica orquídea parásita
que chupa luz, que chupa vida...
no tiene amores y se constipa de grotescos fracasos y avanza ciego,
y se embeleza por ser parte de una vez de esta maldita mierda!
Qué orgullo de mierda! Soberbia de mierda! Proyecto de mierda!
El futuro que me espera... sensaciones de mierda...
Poesía burda, mierda muerta, mierda tuya, mierda de ellos,
mierda mía, mierda nuestra, nuestra mierda. Inconciencia de mierda! Psicópatas de mierda!
Así es mi mierda querida. Mía... bien de adentro, profunda, humana,
penosas almas enfermas... mal heridas, de ahi soy yo. No hay nada más antiecológico que un infeliz, que un infeliz.
Y construiremos una enorme papelera
para limpiarnos la boca, para limpiarnos el orto...